"La Noche de Halloween en el
Bosque Encantado"
Había una vez un grupo de amigos en la pequeña ciudad de
Primavera. Era la tarde de Halloween, y decidieron aventurarse en el bosque que
rodeaba sus hogares en busca de hojas de árboles para sus disfraces. Los niños,
Emma, Lucas, Mia y David, estaban emocionados por la aventura que tenían por
delante.
El sol se estaba poniendo y el cielo se teñía de tonos
rojizos y dorados. Llevaban canastas para recolectar las hojas más bonitas y
bolsas de papel para las golosinas que esperaban recoger más tarde en la gran
fiesta de Halloween.
Los niños se adentraron en el bosque, caminando por senderos
que conocían bien. Recogieron hojas de roble, arce y castaño, riendo y
charlando mientras disfrutaban de la belleza del bosque al atardecer.
Sin embargo, a medida que avanzaban, la tarde se iba
convirtiendo en noche y la densa oscuridad del bosque los envolvía. Se dieron
cuenta de que se habían perdido.
El miedo comenzó a apoderarse de ellos. Mia se agarró a la
mano de Emma, y David y Lucas intercambiaron miradas nerviosas. La única luz
que tenían provenía de la luna y las estrellas que se filtraban entre las ramas
de los árboles.
Emma, la más observadora del grupo, trató de mantener la
calma. Recordó las historias de su abuelo sobre cómo encontrar el camino en el
bosque. – Primero - dijo, - debemos
buscar el musgo en los árboles. Si crece en el lado norte, sabremos hacia dónde
está el norte -.
Los niños buscaron en los troncos de los árboles y pronto
identificaron el musgo en el lado norte. Emma les explicó que debían caminar
hacia el sur para encontrar el camino de regreso a casa.
El grupo siguió a Emma con determinación, pero los sonidos
nocturnos del bosque los inquietaban. Aullidos distantes y ramas que crujían
bajo sus pies les llenaban de miedo. Sin embargo, Emma recordó otra lección de
su abuelo: "Los sonidos del bosque son solo susurros de los árboles y los
animales que lo habitan. No debemos temerlos".
A medida que avanzaban, las estrellas comenzaron a parpadear
en el cielo, lo que les daba una sensación de seguridad. Finalmente, lograron
encontrar un sendero familiar y, poco a poco, comenzaron a relajarse.
David habló sobre lo valiente que fue Emma al guiarlos, y Mia
elogió su conocimiento del bosque. Lucas mencionó que, a pesar del miedo
inicial, había sido una emocionante aventura.
De vuelta en casa, prepararon sus disfraces con las hojas que
habían recogido y disfrutaron de una deliciosa cena antes de la fiesta de
Halloween. La lección que habían aprendido en el bosque sobre la importancia de
conocer su entorno, prestar atención al presente, permanecer unidos en momentos
de crisis y controlar sus emociones, se convirtió en una parte importante de su
noche de Halloween.
Mientras se dirigían a la fiesta de Halloween, los niños
recordaron cómo habían superado sus miedos en el bosque encantado. Se dieron
cuenta de que los miedos a menudo existen solo en la imaginación, y que con
determinación y apoyo mutuo, podrían superar cualquier desafío que se les
presente. Esa noche, disfrutaron de la fiesta más que nunca, sabiendo que eran
aún más valientes de lo que habían imaginado.